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miércoles, 23 de marzo de 2011

“ 35 años del Golpe Militar”

24 de Marzo de 1976

24 de Marzo de 2011

En una de sus últimas novelas Umberto Eco narra la historia de alguien que, víctima de un accidente cerebral, pierde la memoria y con ella la noción de su propia identidad. No sabe quién es, porque dejó de saber quién fue.
El golpe militar de 1976 apuntó a provocar una suerte de accidente cerebral colectivo. Pérdida de sensibilidad por derrame de sangre. Bloqueo de conciencia. Adulteración de identidad. Por ello, los ojos de esa bestia de tres cabezas que fue la Junta Militar, estuvieron desde el inicio fijos en la educación. Sobre sus instituciones y sobre quienes le daban vida.
No solo había que eliminar físicamente a quiénes levantaron la voz- “el silencio es salud” propagandizaban- había también que paralizar a quienes prestaron oídos. Y son las aulas, precisamente, los espacios concebidos para el acto profundamente humano de levantar la voz y de prestar oídos.
Esto explica la saña con que cayeron sobre los que habitaban esas aulas. Una cifra que supera los 640 docentes secuestrados-asesinados y muchos más que en su condición de estudiantes corrieron la misma suerte. A lo que debe sumarse una cantidad inconmensurablemente mayor de víctimas de escarnio, de la persecución, de la tortura, de la prisión, del exilio externo e interno, de la vejación y la humillación sin límite que implica la imposición del silencio a quien es conciente de que calla sólo por conservar la vida. Más miles y miles que no callaron sino que apelaron al lenguaje de las catacumbas, sobreponiéndose con los nervios crispados durante años a cada anochecer, a cada frenazo, a cada ruido a vidrios rotos.
En esa lógica del terror aplicado como política de Estado, la negociación de las libertades públicas se acentuaba en la negociación de la libertad de pensamiento. A la destrucción premeditada del aparato productivo correspondía el vaciamiento del sistema educativo. Pero todo eso no alcanzó. Las escuelas se fueron llenando de pasadizos secretos por donde se transitaba sin mordazas. Pequeños actos cotidianos de libertad que cabían en la punta de una tiza, fueron horadando la malla metálica con la que se pretendió amordazar a las conciencias.
Hubo un punto de quiebre en que la fuerza debió ceder paso a la razón.
Después del último culatazo, la tiza siguió su trazo sobre la piel del pizarrón donde volvió a escribirse: libertad, justicia, solidaridad, compromiso.

“La escuela en estado de sitio”
Hugo Yasky
Secretario General CTA

jueves, 3 de marzo de 2011

Un día triste para la docencia y la militancia

.Estos hechos que nos sorprenden y aturden como la pérdida de un ser humano nos ponen en la frente lo efímero de la existencia y la importancia del presente. María Isabel vivó comprometida con sus ideales (más allá de los matices políticos diferentes) y nos ha dejado a todos y todas póstumas enseñanzas: tomar posturas, asumir responsabilidades, ejercer la defensa de derechos, honestidad, rectitud, coherencia entre el pensar, el decir y el hacer. Realmente un ejemplo a seguir. Desde SUTEBA Colón nos unimos al pesar de compañeros, vecinos y familiares.